Araña
La
observo allí en el rincón,
cómo
sin descanso, intrépida, sin amedrentarse,
se
desliza y flota en el aire
hasta
que toda su casa sutil está hecha.
Su
hogar, su cama, su alimento diario,
todo
de aquel escondido almacén ella extrae;
ella
lo acomoda y lo conoce bien,
por
fuerte instinto y leyes sagradas.
No
busca finos hilos para tejer su nido,
ni
los procura aquí y allá;
sino
que los extrae de su fiel pecho,
renovándolo
hasta que las hojas se marchitan.
Entonces,
consumida con la faena y cansada de vivir,
en
vano sus trampas brillantes están listas.
Su
frío ha apaciguado la contienda insectil,
y
a las doradas moscas su gracia olvida.
Pero
oscilando en sus lazos que ella tejió,
se
mece con cada viento invernal,
su
alegría, su tarea, su recado hecho,
su
curso se convierte en juguete de las adustas tempestades.
Pobre
hermana del clan de las hilanderas.
Yo
también de fuera de mi almacén dentro
mi
vida diaria y plan de vida,
mi
hogar, mi descanso, mi satisfacción hilo.
Sé
que tu corazón cuando descuidadas manos
barren
toda aquella difícilmente lograda tela:
destruye
sus aljofaradas y lustrosas vendas
y
te deja sin hogar en el camino.
Conozco
tu paz cuando todo está hecho.
Cada
hilo anclado, cada pequeño nudo,
suaves
brillan en el sol de otoño;
una
abrigada, silenciosa, tranquila suerte.
Sé
lo que nunca aprendiste,
triste
presagio a un alma concedido,
que
no de por vida yo hilo, sola,
pero
día a día hilo mi mortaja.
Rose
Terry Cooke
Imagen:https://www.blogger.com/
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