La
hormiguita retozona
Hormiguita
retozona no hacía más que jugar
y
su mami le decía: ven ayúdame a lavar.
¿A
lavar, mami? Ay chica a mí no me gusta lavar,
Hormiguita
retozona no hacía más que jugar
y
su mami le decíua. Ven y ayúdame a planchar.
Esta
mami, cada vez que ve jugando a los yaquis
me
dice que vaya a planchar.
¡Ah!,
pues no.
Hormiguita
retozona no hacía más que jugar
y
su mami le decía: ven ayúdame a zurcir.
¿A
zurcir, mami?
Ah,
no, a mí no me gusta zrcir, Chica.
Hormiguita
retozona no hacía más que jugar
y
su mami le decía: ven ayúdame a fregar.
Y
si se me rompe un plato para que me regañes.
¿Te
crees que yo soy imbécil?
Hormiguita
retozona no hacía más que decir:
¡Oye,
mami, chica!, no te pongas brava, pero a mí no me gusta
ni
lavar, ni planchar, ni zurcir, ni fregar, mami, ni fregar.
A
mí nada más que me gusta jugar, jugar y jugar!
Pero
un día la mamá de hormiguita retozona
cogió
una gripe tan fuerte
que
parecía otra persona.
No
se pudo levantar,
no
pudo lavar la ropa,
como
nadie la ayudaba,
no
tuvo un plato de sopa.
Pero
ella tenía mucha fiebre
y
temblaba pobrecita.
Hormiguita
retozona estaba muy asustadita,
Hormiguita
retozona
sintió
ganas de llorar.
Y
de pronto dino así:
¡Pobrecita
mi mamita!,
yo
la tengo que ayudar.
Fue
a la cocina y cogió
para
la sopa una olla,
la
llenó de agua con sal
y
le puso una cebolla,
le
echó carne, zanahoria,
papa,
tomate y maíz;
puso
bijol y fideos ,
ajo,
porro y un ají.
La
mamita se tomó
una
sopa muy sabrosa
y
hormiguita cariñosa le dijo:
¡Mami,
reposa!
Hormiguita
retozona
desde
aquel día juró
ayudar
a su mamita
y
su promesa cumplió.
Hormiguita
retozona
fue
muy dichosa y creció
ayudando
a su mamita,
y
mi cuento se acabóooooo.