lunes, 27 de enero de 2020


Los gatitos

Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron,
los gatitos al lavarse,
y a su modo engalanarse,
ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron.

Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron
al pasar su lengua fina
por el morro que domina,
Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron.

Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron
sus patitas remojando,
piel y orejas atusando,
Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron.

Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron
y se encorvan lentamente
simulando ser un puente,
Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron.

Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron
y presentan enfadados
sus bigotes encrespados
Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron.

Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron
hace el gato remilgado
y al volver a su tocado
Ron, ron, ron, hacen ron, ron, ron.



miércoles, 22 de enero de 2020



Loa a las moscas

Fiado en esto pretendo
loar en aquesta loa
una cosa bien humilde,
aunque a muchos enfadosa.
Ésta, con vuestra licencia,
señores, será la mosca,
cuyo sujeto es tan alto
cuanto mi alabanza corta.
Empiezo por su valor,
por su antigüedad notoria,
sus franquezas, libertades
y prosapia generosa.
Celébrese su nobleza
desde París hasta Roma
y desde el Tajo hasta el Bactro
su grandeza se conozca.
Desde el rústico gañán
que se calza abarcas toscas,
al príncipe más supremo
que ciñe regia corona,
¿qué casas o qué palacios
de reinas y de señoras,
qué antecámaras ocultas,
qué damas las más hermosas,
qué templos o qué mezquitas,
qué anchas naves o qué galeotas,
qué senado o real audiencia,
qué saraos, fiestas o bodas,
qué taberna, qué hospital,
hay de España hasta Etiopía
que la mosca no visite
y entre libremente a todas?
¿Quién la ha negado jamás
el paso franco a la mosca?
¿En qué lugar no se sienta?
¿De qué hermosura no goza?
¿De qué dama más bizarra,
con más arandela y pompa,
los hermosísimos labios
no besa alegre y gozosa?
Y no contenta con esto,
suele bajar de la boca
hasta los hermosos pechos,
y aún lo más oculto toca.
¿A cuántos su libertad
no enciende en rabia celosa,
viéndola libre y exenta
gozar lo que ellos adoran?
¿En qué consejo no se halla?
¿Qué consulta hay que se esconda
de su vista peregrina,
o qué secretos pregona?
Ella oye, ve y calla,
no se precia de habladora,
no dice lo que no sabe,
es discreta, no es chismosa.
En el teatro se asienta
a ver la farsa dos horas,
sin pagar blanca a la entrada
ni hacer caso del que cobra.
Si quiere ver todo el mundo,
no ha menester llevar bolsa,
que ella come donde quiere
y todos le hacen la costa.
Los príncipes la acompañan,
duques y marqueses la honran
llevándola a donde van
junto a sus mismas personas.
Tiene carta de hidalguía
y tan noble ejecutoria,
que  nunca paga portazgo
en barco, puente, ni flota.
En su vida tuvo pleito,
y si vende alguna cosa,
jamás no paga alcabala,
ni por pérdida se ahorca.
Goza de todas las frutas,
comiendo las más gustosas;
es amiga del buen pan,
del buen vino y buenas ollas,
del turrón y mermeladas,
de arrope, miel y meloja,
de tortadas, manjar blanco
y de nada nada escota.
En Salamanca, en París,
en Alcalá y en Bolonia,
tiene cursos, y en esculas
se sienta a do se le antoja.
Cuantos juegos tiene el mundo,
tantos sabe, así a la argolla,
como a naipes y ajedrez,
dados, trucos y pelota.
Es hidalga, es bien nacida
y natural de Moscovia,
ciudad en Mosquea antigua
y muy noble antes de agora.
Para ella no hay engaños,
bebedizos no la ahogan,
los tormentos no la matan,
la justicia no le enoja.
Ella entra en las batallas,
atrevida y animosa,
sin arcabuz, sin mosquete,
peto fuerte, lanza o cota…

Agustín Rojas

 Imagen relacionada
                                            Imagen: https://www.google.com/

jueves, 16 de enero de 2020


A ‘Niebla’, mi perro

‘Niebla’, tú no comprendes: lo cantan tus orejas,
el tabaco inocente, tonto, de tu mirada,
los largos resplandores que por el monte dejas
al saltar, rayo tierno de brizna despeinada.
Mira esos perros turbios, huérfanos, reservados.
que de improviso surgen de las rotas neblinas
arrastrar en sus tímidos pasos desorientados
todo el terror reciente de su casa en ruinas.
A pesar de esos coches fugaces, sin cortejo,
que transportan la muerte en un cajón desnudo;
de ese niño que observa lo mismo que un festejo
la batalla en el aire, que asesinarle pudo;
a pesar del mejor compañero perdido,
de mí más que tristísima familia que no entiende
lo que yo más quisiera que hubiera comprendido,
y a pesar del amigo que deserta y nos vende,
’Niebla’, mi camarada,
aunque tú  no lo sabes, nos queda todavía
en medio de esta heroica pena bombardeada,
la fe, que es alegría, alegría, alegría.

Rafael Alberti

Resultado de imagen de A ‘Niebla’, mi perro

sábado, 11 de enero de 2020



A Sirio,  mi perro

Oh, sí lo sé, buen ‘Sirio’, cuando me miras con tus grandes ojos profundos
yo bajo hasta donde tú estás, o asciendo a donde tú estás
y en tu reino me mezclo contigo, buen ‘Sirio’, buen perro mío, y me salvo contigo.
Aquí en tu reino de serenidad y silencio, donde la voz humana nunca se oye,
converso en el oscurecer y entro profundamente en tu mediodía.
Tú me has conducido a tu habitación, donde existe el tiempo que  nunca se pone.
Un presente continuo preside nuestro diálogo, en el que el hablar es el tuyo tan sólo.
Yo callo y mudo ye contemplo, y me yergo y te miro. Oh, cuán profundos ojos conocedores.
Pero no puedo decirte nada, aunque tú me comprendes… Oh, yo te escucho.
Allí oigo tu ronco decir y saber desde el mismo centro infinito de tu presente.
tus orejas largas suavísimas, tu cuerpo de soberanía y de fuerza,
tu ruda pezuña peluda que toca la materia del mundo,
el arco de tu aparición y esos hondos ojos apaciguados
donde la Creación jamás irrumpió como una sorpresa.
Alli, en tu cueva, en tu averno donde todo es cénit, te entendí, aunque no pude hablarte.
Todo era fiesta en mi corazón, que saltaba en tu derredor, mientras tú eras tu mirar entendiéndome.
Desde mi sucederse y mi consumirse te veo, un instante parado a tu vera,
pretendiendo quedarme y pertenecerme.
Pero yo pasé, transcurrí y tú, oh gran perro  mío, persistes.
Residido en tu luz, inmóvil en tu seguridad, no pudiste más que entenderme.
Y yo salí de tu cueva y descendí a mi alvéolo viajador, y, al volver la cabeza, en la linde
vi, no sé, algo como unos ojos misericordes.

Vicente Aldeixandre

Resultado de imagen de A Sirio,  mi perro Vicente Aleixandre"

domingo, 5 de enero de 2020


Un perro ha muerto

Mi perro ha muerto.

Lo enterré en el jardín
juto a una vieja máquina oxidada.

Allí, no más abajo,
ni más arriba,
se juntará conmigo alguna vez.
Ahora él ya se fue con su pelaje,
su mala educación su nariz fría.
Y yo, materialista que no cree
en el celeste cielo prometido
para ningún humano,
para este perro o para todo perro,
creo en le cielo, sí, creo en un cielo
donde yo no estaré, pero él meespera
ondulando su cola de abanico
para que yo al llegar tenga amistades.

Ay, no diré la tristeza en la tierra
de no tenerlo más por compañero,
que para mí jamás fue un servidor.

Tuvo hacia mí la amistad de un erizo
que conservaba su soberanía,
la amistad de una estrella independiente
sin más intimidad que la precisa,
sin exageraciones:
no se trepaba sobre mi vestuario
llenándome de pelos o de sarna,
no se frotaba sobre mi rodilla
como otros perros obsesos sexuales.
No, mi perro me miraba
dándome la atención que necesito,
la atención necesaria
para hacer comprender a un vanidoso
que siendo perro él,
con esos ojos, más puros que los míos,
perdía el tiempo, pero me  miraba
con la mirada que me reservó
toda su dulce, su peluda vida,
cerca de mí, sin molestarme nunca
y sin pedirme nada.

Ay, cuántas veces quise tener cola
andando junto a él por las orillas
del mar, en el invierno de Isla Negra,
en la gran soledad: arriba el aire
traspasado de pájaros glaciales,
y mi perro brincando, hirsuto, lleno
de voltaje marino en movimiento:
mi parro vagabundo y olfatorio
enarbolando su cola dorada
frente a frente al Océano y su espuma.

Alegre, alegre, alegre
como los perros saben ser felices,
sin nada más, con el absolutismo
de la naturaleza descarada.

No hay adió a mi perro que se ha muerto.
Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.

Ya se fue y lo enterré, y eso fue todo.

Pablo Neruda

Imagen relacionada