jueves, 20 de febrero de 2014

La yarará



Cargada de veneno
va la yarará
con la lengua volando.
¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!

Relumbrándole el lomo
de relumbrar
y el rayo del colmillo.
¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!


No la pises que se enrosca.
No la pises que se enrosca.
No la vayas a tocar.

Cargada de veneno
va la yarará
con la lengua volando.
¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!

El ojo duro y fijo,
¿a quién mirará?
La cabeza chiquita.
¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!


(Los Olimareños: Rubén Lena - Braulio López - José Luis Guerra)


miércoles, 12 de febrero de 2014

El león


Entre barrotes negros, la dorada melena
paseas lentamente, y te tiendes por fin
descansando los tristes ojos sobre la arena
que brilla en los angostos senderos del jardín.

Bajo el sol de la tarde te has quedado sereno
y ante tus ojos pasa, fresca y primaveral,
la niña de quince años con su esponjado seno:
¿Sueñas echarle garras, oh goloso animal?

Miro tus grandes uñas, inútiles y corvas;
se abren tus fauces; veo el inútil molar,
e inútiles como ellos van tus miradas torvas
a morir en el hombre que te viene a mirar.

El hombre que te mira tiene las manos finas,
tiene los ojos fijos y claros como tú.
Se sonríe al mirarte. Tiene las manos finas,
león, los ojos tiene como los tienes tú.

Un día, suavemente, con sus corteses modos,
hizo el hombre la jaula para encerrarte allí,
y ahora te contempla, apoyado de codos,
sobre el hierro prudente que lo aparta de ti.

No cede, bien lo sabes. Diez veces en un día
tu cuerpo contra el hierro carcelario se fue:
Diez veces contra el hierro fue inútil tu porfía.
Tus ojos, muy lejanos, hoy dicen: ¿para qué?

No obstante, cuando corta el silencio nocturno
el rugido salvaje de algún otro león,
te crees en la selva, y el ojo, taciturno,
se te vuelve en la sombra encendido carbón.

Entonces como otrora, se te afinan las uñas,
y la garganta seca de una salvaje sed,
la piedra de tu celda vanamente rasguñas
y tu zarpazo inútil retumba en la pared.

Los hijos que te nazcan, bestia caída y triste,
de la leona esclava que por hembra te dan,
sufrirán en tu carne lo mismo que sufriste,
pero garras y dientes más débiles tendrán.

¿Lo comprendes y ruges? ¿Cuando escuálido un gato
pasa junto a tu jaula huyendo de un mastín
y a las ramas se trepa, se te salta al olfato
que así puede tu prole ser de mísera y ruin?

Alguna vez te he visto durmiendo tu tristeza,
la melena dorada sobre la piedra gris,
abandonado el cuerpo con la enorme pereza
que las siestas de fuego tienen en tu país.

Y sobre tu salvaje melena enmarañada
mi cuello delicado sintió la tentación
de abandonarse al tuyo, yo como tú cansada,
de otra jaula más vasta que la tuya, león.

Como tú contra aquélla mil veces he saltado.
Mil veces, impotente, me volví a acurrucar.
¡Cárcel de los sentidos que las cosas me han dado!
Ah, yo del universo no me puedo escapar.


Alfonsina Storni

……….

viernes, 7 de febrero de 2014

Oda al gato



Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio, 

y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Pablo Neruda 

……….