Oda a unas palomas
Qué divertidas son
estas palomas que se burlan de todo
con sus pequeñas plumas de colores
y sus enormes vientres redondos.
Pasan del comedor a la cocina
como hojas que dispara el otoño
y en el jardín se instalan a comer
moscas,
de todo un poco.
Picotean las piedras amarillas
o se paran en el lomo del toro;
más ridículas son que una escopeta
o que una rosa llena de piojos;
sus estudiados vuelos, sin embargo,
hipnotizan a mancos y cojos
que creen ver en ellas
la explicación de este mundo y el otro.
Aunque no hay que confiarse porque tienen
el olfato del zorro,
la inteligencia fría del reptil
y la experiencia larga del loro.
Más hipnóticas son que el profesor
y que el abad que se cae de gordo.
Pero al menor descuido se abalanzan
como bomberos locos.
Entran
por la ventana al edificio
y se apoderan de la caja de fondos.
A ver si alguna vez
nos agrupamos realmente todos
y nos ponemos firmes
como gallinas que defienden sus pollos.
Nicanor Parra