A una tórtola
Tórtola,
qué misteriosa
querella
de amores cantas,
dolorida,
azorada,
temblorosa,
como
la lluvia en las plantas
conmovida;
que
levantas arrullando
de
tu seno palpitante
la
alba pluma,
como
el agua murmurando
en
las olas, vacilante
leve
espuma:
tórtola
tímida y bella,
melancólica
vecina
de
los valles,
nunca
tu blanda querella,
tu
cántiga peregrina,
muda
acalles:
lleva
a el aura ese ruido
que
en las soledades mueven
tus
acentos:
los
ecos de tu gemido
siempre
amorosos se eleven
a
los vientos.
Canta,
canta dulcemente
con
la tierna compañera
tus
amores:
verás
tu arrullo inocente
dar
más vida a la pradera
y
a las flores.
¿Mas
por qué si regalado
tu
murmurio en mis oídos
desfallece,
el
pecho mío turbado,
a
tus lánguidos gemidos
se
estremece?
¿Será
que yo también como tú siento
esa
ternura que tu seno oprime,
y
el dulce sentimiento
que
de inefable amor tu acento exprime?
Con
nuevo fuego el corazón se anima,
al
escuchar tu canto apasionado;
¿será
que también gima
en
amoroso lazo aprisionado?
Es
tu tristeza la tristeza mía;
con
tono igual nuestro cantar alzamos;
si
nunca en la armonía,
tórtola,
en el gemir nos igualamos.
Pues
si en gemir son iguales,
nuestras
voces uniremos
retiradas,
como
de dos manantiales
unirse
las aguas vemos
separadas.
Mis
suspiros lastimados,
tus
arrullos gemidores
mezclaremos,
tú
–sentidos–, yo –soñados–,
entrambas
canto de amores
murmuremos.
Carolina
Coronado
Imagen:https://draft.blogger.com/