domingo, 12 de enero de 2025

La iguana

Cuidaba de no pisarla,
sobre todo en la noche
cuando se movía a sus anchas por la casa.
Era una diminuta iguana
de color negro,
llegada allí sin mayores explicaciones,
y que parecía un broche perdido
por alguna dama rica.
Durante el día
sus hábitos cambiaban
y era común verla, inmóvil,
con sus manitas y patitas de goma,
asida al muro o al espaldar de un mueble,
ausente de temor alguno,
como un huésped cumplido
que paga la renta.
A veces acariciaba su cabecita
llena de quién sabe qué pensamientos,
seguramente tan frágiles e insensatos
como los que hilan en la nuestra
el desfile de nuestros fantasmas.
De cabeza a cabeza,
quizá las diferencias no sean muchas
y todo al final consista
-dudas, terrores, alegrías, angustias, suertes -,
en cómo sobrevivir
sin convertirte
en tu propio, temible, enemigo.
Vuelta casi un objeto más
pasaba allí las horas,
impávida,
hasta que aguijoneada
por algún impulso repentino
escapaba
hacia la rendija de luz
que de repente encontraba
en el interior de sí misma.

Elkin Restrepo

Imagen:https://www.blogger.com/

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