martes, 4 de diciembre de 2018

Rosa vespertina 

Anochece: en la aldea,
un gallo cacarea
mirando el amapol
del sol.

Vacas y recentales
pacen en los herbales,
y canta una mociña
albina.

El refajo de grana
de la niña aldeana
enciende el cristalino
lino.

En el fondo del prado
el heno agavillado,
entre llovizna y bruma
perfuma.

Por la verde hondonada,
la luz anaranjada
que la tarde deslíe,
ríe.

Y abre sobre la loma
su curva policroma,
el arco que ventura
augura.

Y toda azul, la hora,
tiene el alma que llora
y reza, de una santa
infanta.

Con el rumor de un vuelo
tiembla el azul del cielo
y un lucero florece.
Anochece.


Ramón M. del Valle-Inclan

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