martes, 16 de febrero de 2016

El gato, el lagarto y el grillo

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 Imagen: https://www.google.es

UN gato, pedantísimo retórico,
que hablaba en un estilo tan enfático
como el más estirado catedrático,
yendo a caza de plantas salutíferas,
dijo a un lagarto: “¡Qué ansias tan mortíferas!
quiero por mis turgencias semihidrópicas
chupar el zumo de hojas heliotrópicas”.
Atónito el lagarto con lo exótico
de todo aquel preámbulo estrambótico,
no entendió más la frase macarrónica
que si le hablasen lengua babilónica.
Pero notó que el charlatán ridículo
de hoja de girasol llenó el ventrículo
y le dijo: “Ya en fin, señor hidrópico
he entendido lo que es zumo heliotrópico”.
¡Y no es bueno que un grillo, oyendo el diálogo,
aunque se fue en ayunas del catálogo
de términos tan raros y magníficos,
hizo del gato elogios honoríficos!
Sí; que hay quien tiene la hinchazón por mérito,
y el hablar liso y llano por demérito.
Mas ya que esos amantes de hiperbólicas
cláusulas y metáforas diabólicas,
de retumbantes voces el depósito
apuran, aunque salga un despropósito,
caiga sobre su estilo problemático
este apólogo esdrújulo-enigmático.


Tomas de Iriarte 

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