miércoles, 24 de junio de 2015

¡Ay, señora, mi vecina!...



¡Ay, señora, mi vecina,
se me murió la gallina!

Con su cresta colorada
y el traje amarillo entero,
ya no la veré ataviada,
paseando en el gallinero,
pues señora mi vecina,
se me murió la gallina
domingo de madrugada;
ay, señora, mi vecina,
domingo de madrugada;
ay, señora, mi vecina,
domingo de madrugada.

¡Míreme usted cómo sudo,
con el corral enlutado
y el gallo viudo!

¡Míreme usted cómo lloro,
con el pecho destrozado
y el gallo a coro!

¡Ay, señora, mi vecina,
cómo no voy a llorar
si se murió mi gallina!

(Nicolás Guillén)

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imagen: palabraquehacevida.wordpress.com





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