Negras alcantarillas
de los instintos
por donde buscan presas
los cocodrilos
y los débiles huyen
despavoridos,
víctimas del abuso
de los más ricos,
de su hartura insaciable
y de sus vicios.
Nuestros hermanos pobres
son infinitos
y se mueren de hambre
poco a poquito.
Y sordos los oídos
¡mi Dios bendito!
pasando de sus ayes
y de sus gritos
mientras van engordando
los cocodrilos.
Félix
Félix
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